2018/06/15

Humanismo y Profesionalismo en Medicina - a propósito del libro del Prof Dr Humberto Correa


Hace 1 semana leí el libro del Prof Dr Humberto Correa: Humanismo Médico (Montevideo: Fin de Siglo, 2016) en el que hay varios capítulos centrados tanto en el Humanismo como en el Profesionalismo. El autor claramente distingue entre ambos conceptos y los pone en una diferente escala de valoración. Describe la historia del Humanismo, al tiempo que la contrasta con la del Profesionalismo, donde ambas reconocen orígenes y evolución diferentes. Sin embargo, ambas dimensiones son parte de la persona, de la vida y de la acción del médico y me propongo un modelo integrador, pero no necesariamente unificador, que permita comprender mejor, las relaciones entre ellas.

El Profesionalismo, como lo señala el autor del libro, se refiere a un conjunto de reglas, que surgen de la interacción de la persona médico, del colectivo de médicos, de quienes recurren a sus servicios y de la sociedad en la cual ejercen su profesión. Por eso, quien opta por ser médico, tiene reglas que regulan su comportamiento personal, su relación con los otros médicos, con los pacientes, con las organizaciones dentro de las cuales trabaja (o si lo hace en forma independiente) y con la sociedad, quedando plasmadas estas reglas, que pueden ser escritas o no escritas pero validadas implícitamente o por analogía: leyes, códigos de ética y de colegiación, emanadas de sociedades científicas de las diferentes especialidades y por último, por organizaciones internacionales como la Asociación Médica Mundial y la Organización Mundial de la Salud. Podríamos decir, que el Profesionalismo tiende a uniformizar frente a diversificar, a marcar límites entre lo que se es y puede hacerse, frente a lo que no se es y no debe hacerse. Para ponerlo en términos técnicos, constituye un 'standard', un conjunto de normas, que define a quienes pueden presentarse ante sí mismos, ante colegas, ante los pacientes y ante la sociedad organizada, como médicos. En la elaboración de estas normas, existen intereses de varios tipos: desde aquéllos que aseguran la calidad de su formación profesional, como los que restringen lo que es considerado actividad exclusiva del profesional, de la especialidad que eligió y por lo tanto, adquiere el status de un monopolio reconocido por la sociedad en la cual ejerce como médico.

Para resumirlo en un ejemplo, el Profesionalismo es el envase, que permite a la sociedad reconocer, por su forma, color, etiqueta y similitud con otros envases, los que son iguales y diferenciarlos de los que son diferentes. Es quizá un concepto reduccionista, pero vale para lo que diré sobre Humanismo.

El Humanismo, en cambio, no es propio del ni restringible al ser médico. El Humanismo tiene que ver con la persona, médico o no, sus valores y cómo se relaciona con los cuestionamientos que le plantea la vida. En otras palabras, el Humanismo tiene que ver con cómo cada uno enfrenta su propia existencia. El Humanismo es diferente del Profesionalismo. Ni lo abarca, ni se superpone, aunque la conducta profesional sí puede ser dependiente del Humanismo. El Humanismo es la respuesta de las personas a las preguntas más profundas de la vida, que existen a ambos lados de la relación médico-paciente. Tiene que ver con la inevitable realidad de la muerte, con el sufrimiento y la enfermedad, con las culpas y con el sentido que le damos a estas dimensiones que son la sustancia de la vida de los humanos. El Humanismo, por lo tanto, es lo que permite dar vida propia por un lado al Profesionalismo, que más arriba describí como un envase - una imagen inerte - y por otro lado a los cuestionamientos del paciente ante la incertidumbre respecto de sus riesgos sobre su salud, su enfermedad, sus padecimientos y su finitud.

El envase del Profesionalismo debe ser llenado con el contenido del Humanismo. Sin el Humanismo, no es viable la empatía ni la compasión. También corre riesgo, como el contenido de todo envase, de deteriorarse con el tiempo o bien irse vaciando, al descuidar la necesidad que tiene el médico de mantener su envase lleno con un producto cultivado y renovado. Lamentablemente, en los años recientes, estamos viviendo una  crisis de Humanismo, reflejada en el burnout profesional (agotamiento, cinismo y falta de realización) y la preocupante incidencia del suicidio entre los médicos. El Humanismo tiene el potencial de mantener lleno el envase del Profesionalismo, lo que permite que el médico ejerza su actividad, involucrándose con sentido, alegría, empatía y compasión. El Profesionalismo aislado, es vacío, con riesgo de ser egoísta (personal y corporativamente) y potencialmente dañino para la relación médico-paciente.

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