2018/06/23

Humanism and Professionalism in Medicine


About a month ago, I was invited by one of the Hospital’s departments, where we provide postgraduate courses and specialty certifications in a highly complex area of Medicine. I was to accompany a retired Clinical Professor from both the public and private medical schools, who at present devotes himself to investigate, publish and teach in the rich areas of Medical Humanism and Medical Professionalism. When he turned eighty, he published a book, where he both synthesises and expands on both concepts. The residents are asked to read the book reflectively and to write either a summary or the impressions they have, of the specific chapters covered in each of the fortnightly workshops and describe a personal encounter with a patient, that is relevant to the subject. My natural anxiety made me read the book from cover to cover in less than a week.

The author distinguishes between Humanism and Professionalism, their different sources, history and relevance to modern medical practice. After reading through the book, I summarised my impressions and did my homework. What follows is what I wrote and presented at the following meeting.

“In the first place, Professionalism has to do with a set of rules, that have their source in the person of the physician, either alone or as a group, from those who require their services and from the society within which they practise. Therefore, those who choose the medical profession, have to abide by these rules that regulate how he or she behaves, individually and with relation to his or her colleagues, with their patients, with the organisations within which they work and finally, with organised society as a whole. These rules may be explicit in laws, codes of ethics, collegial associations and by international entities like the World Medical Association and the World Health Organisation. They provide the necessary uniformity between doctors and define the standards of what constitutes being a physician, how they should be trained and how they should practice. Besides, by restricting what doctors do to those professionally qualified, physicians are given a monopoly and exclusive rights over what is considered medical practice.

“In a rather restrictive and reductionist view, I would describe Professionalism as a vessel, bottle or box, that is similar in looks and label with other vessels. Society can therefore tell, who qualifies professionally as a doctor from who doesn’t.

“Humanism, on the other hand, isn’t exclusive of physicians. Humanism has to do with persons, in a sense: with everybody. It has to do with one’s values and how they relate to the deepest questions that life poses to all of us. In other words, Humanism has to do how each of us confronts our own existence. Humanism has to do with the inevitability of our finitude and eventual death, with disease and suffering from all causes, with guilt and what meaning we strive to give to these inevitable dimensions of our own existence. Humanism, therefore, is what gives life to Professionalism, which I described earlier as an inert container.

“The vessel of Professionalism should be filled with the contents of Humanism. Without Humanism, empathy and compassion are impossible. However, these contents are at risk of deteriorating or emptying themselves over time, if the physician is not proactive to keep them fresh and full. Sadly, in the present century, we are to some extent living a crisis of Humanism, reflected in physician burnout (exhaustion, cynicism and lack of accomplishment) and worse so, in the worrying incidence of physician suicide. Therefore, Humanism should be taught, renewed and made central to doctors’ worldview and the vessel of Professionalism kept fresh and full, so as to keep physicians engaged in work, with meaning, happiness, empathy and compassion. Isolated Professionalism is empty and potentially selfish, both personally and corporatively and therefore damaging to a healthy doctor-patient relationship.”

Reference: Correa, H. Humanismo médico. Montevideo: Fin de Siglo, 2016.

2018/06/15

Humanismo y Profesionalismo en Medicina - a propósito del libro del Prof Dr Humberto Correa


Hace 1 semana leí el libro del Prof Dr Humberto Correa: Humanismo Médico (Montevideo: Fin de Siglo, 2016) en el que hay varios capítulos centrados tanto en el Humanismo como en el Profesionalismo. El autor claramente distingue entre ambos conceptos y los pone en una diferente escala de valoración. Describe la historia del Humanismo, al tiempo que la contrasta con la del Profesionalismo, donde ambas reconocen orígenes y evolución diferentes. Sin embargo, ambas dimensiones son parte de la persona, de la vida y de la acción del médico y me propongo un modelo integrador, pero no necesariamente unificador, que permita comprender mejor, las relaciones entre ellas.

El Profesionalismo, como lo señala el autor del libro, se refiere a un conjunto de reglas, que surgen de la interacción de la persona médico, del colectivo de médicos, de quienes recurren a sus servicios y de la sociedad en la cual ejercen su profesión. Por eso, quien opta por ser médico, tiene reglas que regulan su comportamiento personal, su relación con los otros médicos, con los pacientes, con las organizaciones dentro de las cuales trabaja (o si lo hace en forma independiente) y con la sociedad, quedando plasmadas estas reglas, que pueden ser escritas o no escritas pero validadas implícitamente o por analogía: leyes, códigos de ética y de colegiación, emanadas de sociedades científicas de las diferentes especialidades y por último, por organizaciones internacionales como la Asociación Médica Mundial y la Organización Mundial de la Salud. Podríamos decir, que el Profesionalismo tiende a uniformizar frente a diversificar, a marcar límites entre lo que se es y puede hacerse, frente a lo que no se es y no debe hacerse. Para ponerlo en términos técnicos, constituye un 'standard', un conjunto de normas, que define a quienes pueden presentarse ante sí mismos, ante colegas, ante los pacientes y ante la sociedad organizada, como médicos. En la elaboración de estas normas, existen intereses de varios tipos: desde aquéllos que aseguran la calidad de su formación profesional, como los que restringen lo que es considerado actividad exclusiva del profesional, de la especialidad que eligió y por lo tanto, adquiere el status de un monopolio reconocido por la sociedad en la cual ejerce como médico.

Para resumirlo en un ejemplo, el Profesionalismo es el envase, que permite a la sociedad reconocer, por su forma, color, etiqueta y similitud con otros envases, los que son iguales y diferenciarlos de los que son diferentes. Es quizá un concepto reduccionista, pero vale para lo que diré sobre Humanismo.

El Humanismo, en cambio, no es propio del ni restringible al ser médico. El Humanismo tiene que ver con la persona, médico o no, sus valores y cómo se relaciona con los cuestionamientos que le plantea la vida. En otras palabras, el Humanismo tiene que ver con cómo cada uno enfrenta su propia existencia. El Humanismo es diferente del Profesionalismo. Ni lo abarca, ni se superpone, aunque la conducta profesional sí puede ser dependiente del Humanismo. El Humanismo es la respuesta de las personas a las preguntas más profundas de la vida, que existen a ambos lados de la relación médico-paciente. Tiene que ver con la inevitable realidad de la muerte, con el sufrimiento y la enfermedad, con las culpas y con el sentido que le damos a estas dimensiones que son la sustancia de la vida de los humanos. El Humanismo, por lo tanto, es lo que permite dar vida propia por un lado al Profesionalismo, que más arriba describí como un envase - una imagen inerte - y por otro lado a los cuestionamientos del paciente ante la incertidumbre respecto de sus riesgos sobre su salud, su enfermedad, sus padecimientos y su finitud.

El envase del Profesionalismo debe ser llenado con el contenido del Humanismo. Sin el Humanismo, no es viable la empatía ni la compasión. También corre riesgo, como el contenido de todo envase, de deteriorarse con el tiempo o bien irse vaciando, al descuidar la necesidad que tiene el médico de mantener su envase lleno con un producto cultivado y renovado. Lamentablemente, en los años recientes, estamos viviendo una  crisis de Humanismo, reflejada en el burnout profesional (agotamiento, cinismo y falta de realización) y la preocupante incidencia del suicidio entre los médicos. El Humanismo tiene el potencial de mantener lleno el envase del Profesionalismo, lo que permite que el médico ejerza su actividad, involucrándose con sentido, alegría, empatía y compasión. El Profesionalismo aislado, es vacío, con riesgo de ser egoísta (personal y corporativamente) y potencialmente dañino para la relación médico-paciente.